sábado, 20 de enero de 2007

ENLACES A KAFKA Y LA METAMORFOSIS

Biografía de Kafka y otros datos
http://es.wikipedia.org/wiki/Franz_Kafka
Página sobre Kafka con relatos e imágenes
http://www.geocities.com/Athens/9505/kafka.html
Otra biografía sobre Kafka
http://archiv.radio.cz/kafka/index.html
Sobre LA METAMORFOSIS
http://es.wikipedia.org/wiki/La_metamorfosis
Blog sobre Kafka (muy interesante)
http://hotelkafka.com/blogs/FranzKafka/2006/12/ser-infeliz.html

Los Girasoles Ciegos, de Alberto Méndez.¿PERO, DE VERDAD TERMINÓ LA GUERRA CIVIL?



Quizás, pero en cualquier caso, la herida perdura, y su filo atraviesa el tiempo de la historia hasta la médula invisible de los días que vivimos. Así como los “vencedores” reprimieron, persiguieron y encarcelaron a los “vencidos” durante la posguerra y los posteriores cuarenta años de dictadura en nuestro país, así la historia facilita ahora la ocasión para la venganza. A los reconocimientos políticos de las víctimas republicanas, la redención pública de las víctimas, se suma la avalancha de productos revindicativos de una república (en latín, la cosa pública) que casi nadie de los que la reivindican ha conocido.

En este club de lectura, entiendo que somos todos personas razonables, y que nadie aprobará la intolerancia, la represión, la tortura, el asesinato; por parte de ningún bando. Esto es, que quienes no hacen más que señalar al bando nacional como autores de barbaridades innombrables, se olvidan de que en una guerra no hay buenos ni malos (puede haber legalidad o ilegalidad) sino que se hace lo necesario para ganar, y en el bando republicano la situación era más compleja de lo que queremos pensar. Sólo por mencionar un nombre, ahí tenemos el caso de Andreu Nin, uno de los muchos asesinados por los republicanos en los famosos paseos, ejecuciones selectivas auspiciadas por los poderes más ocultos de la república. Pero todo esto es historia y política, y para eso deberíamos recurrir a la historia, los datos y hechos y los libros de historia, no a la literatura.

¿Qué ocurre entonces con la literatura cuyo tema es la guerra civil española? Pues algo muy común, me temo, excesivamente común: que incluso los prejuicios políticos atraviesan la esfera de lo literario ante una obra referida al tema en cuestión, privando de la objetividad necesaria para enjuiciar literariamente la obra. Y es que, amigos, creo que la herida, ya lo dije, sigue abierta, y que nuestro país aún no ha cerrado este tiempo de recriminaciones en el que las víctimas se reivindican y se pasa factura al bando vencedor y represor. Lo vivimos en la política más actual, nacional y local, y lo vivimos ante fenómenos tales como el del libro de Alberto Méndez.

Yo intento imaginar una obra total sobre la guerra civil, y no puedo imaginarla más que realizada por alguien que la contemple desde una cierta distancia ideológica y temporal, pues la cercanía a los árboles impide ver el bosque. Si el libro que nos ocupa tiene valores literarios: tono lírico, lenguaje cuidado, terminología seleccionada para situar históricamente, estructuras narrativas variadas, estructuras temporales alternas, etc. tiene también una univocidad peligrosamente maniquea, una estilización que pasa desapercibida por la razón que esbocé antes: que las víctimas siempre son más simpáticas y dignas de comprensión que los verdugos. En el universo literario que configura Los girasoles ciegos, los personajes están claramente diferenciados, hasta el punto de recordarnos los cuentos infantiles en los que de un lado están los buenos y del otro los malos. Todos los protagonistas son bondadosos, idealistas, fieles, todos se resignan a su suerte y abrazan con una dignidad de mártir su inexorable final. En el lado opuesto, los personajes poseen todos los rasgos negativos que el imaginario adjudica a los malos, son brutales, son egoístas, son irracionales (tan sólo se adivina un rasgo de humanidad en el cuento número tres, en la madre del fascista asesinado por los republicanos -y en su marido por momentos-, (y quizás en la confesión del cura del último cuento) pero aquél está naturalmente inspirado por su egoísmo materno). Todo el tono del libro, además, es como un solo de violín desgarrado en el que no hay cabida para ningún compás de alegría; todo está pintado en tristes grises, no hay contraste. Personalmente, este rasgo me parece que aporta poco a la obra, más bien constituye un lastre que impide al libro alcanzar más altura literaria, sumiéndolo en una tristeza empalagosa y monocorde (qué diferencia, por ejemplo, con La mula de Juan Eslava Galán, en el que tenían cabida todos los acordes de lo humano en el escenario de la guerra: la crueldad, la injusticia, pero también la risa, las situaciones cómicas y absurdas).

Resumiendo, en mi opinión, Los girasoles ciegos es un libro digno, es decir, no me parece un mal libro, pero no me parece una obra excepcional que aporte algo nuevo a la literatura, ni en sus recursos formales (demasiado "garciamarqueziano"), ni en su visión del tema. Sí creo que en la concesión del premio de Narrativa Nacional, ha pesado mucho, demasiado, esa tendencia político-sentimental a ensalzar todo lo que huele a reivindicación de las víctimas de un conflicto (nuestra guerra civil) que a todas luces, quod est demonstratum, aún no ha finalizado.