domingo, 29 de junio de 2008

Y NADA DETRÁS DEL ESPEJO.



La definición de Esperpento, la genuina creación de Ramón María del Valle-Inclán, aparece en el diálogo de dos de los personajes de la obra:

MAX: -Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. DON LATINO: - ¡Estás completamente curda! MAX: - Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.

En qué se distancia Valle del teatro español con esta obra que revoluciona las bases del género. Vayamos por partes.

1- En la tragedia clásica, los héroes son vistos como seres admirables; en el teatro realista, se presentan de igual a igual ante el autor y el espectador; Valle los contempla como si estuviera en la altura, es decir, distante.

2- Los protagonistas o héroes, ocupaban con su presencia la totalidad de la obra. En Luces de Bohemia, su protagonista, muere en la escena 13, pero la obra se prolonga hasta la 15.

3- Los personajes son todos viles, incluyendo al propio protagonista, que acepta dinero de su ex amigo el ministro "en nombre de dos mujeres necesitadas", pero que luego se gasta con su compañero de farra.
Tan sólo las figuras de su mujer y su hija, el obrero catalán encarcelado y luego fusilado, y la madre que llora por la muerte de su hijo a manos de las fuerzas del orden, manifiestan una dignidad que está más allá de la mediocridad y la vileza de este universo valle-inclaniano.

4-Las anotaciones del autor para la descripción y puesta en escena van más allá de las convencionales, alcanzando un grado de calidad literaria extraordinario. Veamos un ejemplo:


ESCENA SEGUNDA

La cueva de ZARATUSTRA en el Pretil de los Consejos. Rimeros de libros hacen escombro y cubren las paredes. Empapelan los cuatro vidrios de una puerta cuatro cromos espeluznantes de novelón por entregas. En la cueva hacen tertulia el gato, el loro, el can y el librero, ZARATUSTRA, abichado y giboso -la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente-, promueve, con su caracterización de fantoche, una aguda y dolorosa disonancia muy emotiva y muy moderna, Encogido en el roto pelote de una silla enana, con los pies entrapados y cepones en la tarima del brasero, guarda la tienda. Un ratón saca el hocico intrigante por un agujero.

Hay detalles aquí que no son propios de una introducción convencional a una escena teatral. Los espectadores, a partir de cierta fila, no están habilitados para ver "los cuatro cromos espeluznantes de un novelón por entregas" que empapela la puerta de la tienda. La "cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente", son descripciones poéticas y simbólicas que sobrecargan la interpretación con una riqueza que va más allá de sensorial. Invisible es también para el espectador alejado ese ratón que "saca el hocico intrigante por un agujero".


Estética de la tragedia.

A pesar de que la sonrisa aflore al enfrentar las caricaturas y situaciones de Luces de Bohemia, no es la sonrisa (menos aún la risa) en la que culmina la catársis del humor, del buen humor. Es un humor otro, amargo, áspero, disfrazado y deformado, sí, pero es como un medicamento de mal sabor diluído en un vaso de agua.

Bajo la deformación de la España que presenta Valle, late una crítica feroz, un rechazo visceral ante la situación del país, ante la miseria intelectual y humana de sus habitantes, desde la prostituta al ministro, y donde los únicos que merecen ser llamados dignos, sufren y son ejecutados. Esa crítica a la realidad, llega a su más cruda exposición, en el diálogo de los sepultureros de la escena decimocuarta:

UN SEPULTURERO.- Este sujeto era un hombre de pluma.
OTRO SEPULTURERO.- ¡Pobre entierro ha tenido!
UN SEPULTURERO.- Los papeles lo ponen por hombre de mérito.
OTRO SEPULTURERO.- En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.
UN SEPULTURERO.- ¡No hay que poner las cosas tan negras!

Pero sí, hay que ponerla tan negras y tan exageradas como la imagen que devuelven los espejos deformantes del (¿oscuro?) Callejón del gato, porque como ya advierte Valle a través de Max Estrella,
El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. Y aún podríamos, a día de hoy y con la perspectiva de los años, sustituir términos y traducir situaciones para reconocer que en nuestra contemporaneidad, aún resta mucha oscuridad, mucha sombra, y aún persiste y no se disipa porque apenas bastan las débiles luces de una bohemia que resiste en las trincheras y barricadas (Don Quijote y Max Estrella, Sancho Panza y Don Latino: una comparativa en la que profundizar).


domingo, 1 de junio de 2008

OBSESIÓN, ADICCIÓN Y FATALISMO.

"Un alma de mujer atrapada en el cuerpo de un hombre", se dijo en la reunión. Se presenta en el prólogo la tesis de que Lorca proyectó en Yerma su impotencia por no poder concebir un hijo. Transpone el asunto a la figura de la mujer deseosa de maternidad, cuyo marido no colma su deseo, pero que al mismo tiempo es incapaz de transgredir los límites de una férrea moral que impera en el mundo rural y, que sin embargo, es transgredida de manera hipócrita bajo el barniz de los supuestos milagros del santo.

Para Yerma, no es opción la infidelidad, ni el abandono de su marido. No lo ama, es un marido impuesto y aceptado. Su pasión es hacia otro hombre, pero media entre ambos una frontera invisible construida con valores oscuros de una España negra. Tampoco ese hombre parece muy predispuesto a dar un paso en la dirección en que Yerma lo incita veládamente. Todos los hombres de la obra, aparecen siempre a través de la óptica de la mujer. Nunca existe un diálogo en escena entre dos hombres sin la presencia de una mujer, de Yerma.

Yerma es un personaje ciertamente exagerado, llevado a una situación de obsesión cuya solución no consiente. Se niega a la infidelidad que le proponen otros personajes, defiende su honra y su fidelidad a su marido, pero se niega a aceptar su destino de mujer sin hijos y se va encerrando en un laberinto de obsesión y rabia que tiene un trágico centro. Decía con mucha razón J. A. Carmona, que Yerma es una enferma mental, una depresiva adicta, que no sólo se atormenta con su situación, sino que no opta por una salida posible. Si su deseo era ser madre, sería más feliz siendo madre en solitario que casada con un marido decepcionante que no le proporciona sino frustración.

Los parlamentos de Yerma, están escritos por un ser que evidentemente sentía de manera íntima la femeneidad. Se habló de Lorca y Almodóvar, de su elección y predilección por las mujeres como protagonistas. Las palabras de Yerma sonpoesía sombólico que habla de lo profundo que se esconde en la mujer, en consonancia con las palabras de Nieztsche en Así habló Zaratustra "todo lo de la mujer sólo tiene una solución: el embrazo". A día de hoy, tal afirmación parece un poco peregrina, dada la forma de vida alcanzada en nuestra sociedad del bienestar, en la que tener un hijo se ha convertido (en opinión de muchos) en un lujo. ¿Realmente es un lujo o una imposibilidad tener hijos, o hemos alcanzado ese estadio de las sociedad cuyo nivel de vida hace aflorar el egoísmo y la negación a entregar tiempo y sacrificarse por ellos?

En biología, la estrategia K consiste en que una especie que vive en condiciones adversas para la supervivencia, aumenta el nivel de natalidad para garantizar su supervivencia. En los países más desarrollados, sucede a la inversa, y ello forma parte, entre otras causas, del fenómeno de la inmigración. En España, si ir más lejos, la población envejece día a día y nacen menos niños. La mujer, deseosa legítimamente de alcanzar la igualdad con el hombre, accede o trata de acceder al mercado laboral. Tener hijos es un impedimento. Por el contrario, en la España rural de Yerma, las mujeres tienen asignado un papel inamovible. Cuidar la casa, tener hijos (futura mano de obra) y cuidarlos. La no consecución de este objetivo, deviene fracaso biológico y existencial en la mente de la protagonista, y su incapacidad para romper con las normas o su adicción a su estado obsesivo, o ambas cosas, la llevan a terminar con la causa que ella considera responsable de su fracaso como mujer-madre. Así, el asesinato de su marido, es una imagen que simboliza la fuerza de una mujer imparable en su obsesión triunfando físicamente por convicción de su voluntad, frente a un hombre que es símbolo de una masculinidad inerte, sorprendida por lo inesperado. También lo dijo Nieztsche, que el hombre debía temer a la mujer, porque ésta es capaz de hacer cualquier cosa por amor, incluso por el amor hacia el hijo no nacido.