sábado, 24 de febrero de 2007

Enlaces a "Juegos de la edad tardía", de Luis Landero.

Página muy completa sobre Luis Landero y Juegos de la edad tardía
http://www.literaturas.com/v010/sec0512/suplemento/index.htm
Entrevista a Luis Landero
http://www.ucm.es/info/especulo/numero20/landero.html

La metamorfosis, de Franz Kafka.LAS INFINITAS METAS DE LA FORMA.




Me resulta difícil escribir este texto que pretende referir la experiencia acaecida tras la lectura de La metamorfosis. Cuando me pregunto por qué, me percato de que, sencillamente, aún no he asimilado su lectura, sino que el relato continúa latiendo en mi interior sin que la digestión termine. No sólo hemos leído una historia, hemos experimentado una transformación, la misma que hace ya casi un siglo, Franz Kafka llevó a cabo por medio de su manuscrito.

Llama la atención, por ese tiempo que nos separa como lectores de la fecha de creación del relato, su absoluta contemporaneidad en todos los sentidos. El lenguaje de Kafka nos resulta tan cercano, tan comprensible, tan aparentemente llano, que apenas deja ver la radical renovación de la escritura que llevó a cabo. La capacidad del escritor checo se formaliza en concisión y densidad, ocultas bajo una aparente sencillez; es la facilidad de los dioses. La primera frase del libro es en sí el microrrelato por excelencia: puesta en escena, declaración del argumento, desenlace implícito en la imaginación del lector. Pero Kafka tiene la maestría de seguir excarbando esta galería subterránea por la que nos precipitamos llenos de interrogantes, que el relato responderá adecuadamente en cada momento preciso. Viajamos en un tempo controlado por un demiurgo omnisciente que nos arrastra con su prosa densa, hay que masticarla y engullirla despacio, como la deglución de un insecto.

Pero la duración digestiva del relato, no sólo tiene que ver con la renovación total del lenguaje que realiza Kafka: abandono de ampulosidad decimonónica, ausencia de virtuosismo decorativo, eliminación de terminología cultista o arcaica, rechazo de los lugares comunes; tiene que ver también con su absoluta polisemia. En efecto, puestos a desentrañar La metamorfosis, si tal cosa es posible, o deseable, cada uno de nosotros ha encontrado y señalado sentidos, significados, relaciones, paralelismos, estructuras, símbolos, que configuran un sentido perfecto en cada caso, y que lejos de contradecirse, se complementan superponiéndose perfectamente hasta el infinito; infinito expresado en la circularidad final del relato, una segunda metamorfosis que nos lleva de nuevo al principio.

Esta polisemia es, creo, una de las claves que hacen de este libro una obra plenamente actual, que leída a día de hoy, sigue funcionando como un reflejo del individuo contemporáneo en su existencia individual. Todos nos sentimos alguna vez, más de una vez, Gregorio Samsa, todos nos transformamos y metamorfoseamos a lo largo de un día, de un año, de toda nuestra vida. La metamorfosis no es sólo el propio Kafka, es un proceso iniciado en él y transferido por medio de la escritura hasta cada lector, hasta cada uno de nosotros, en cuyo interior se enquista como la manzana en el lomo de Gregorio Samsa, y ahí permanece en continua transformación, transformándonos también a nosotros. La forma no alcanza su meta porque sencillamente, sus metas son infinitas, y la ilusión del fin es sólo un estadio más de este proceso que comenzó con la lectura de este libro.