miércoles, 25 de julio de 2007

ENLACES A HENNING MANKELL

Henning Mankell en Wikipedia
http://es.wikipedia.org/wiki/Henning_Mankell

SIN LUZ AL FINAL

No, no hay luz al final del tunel que atraviesa Juan Pablo Castel, el protagonista de la novela de Ernesto Sábato. Castel es pintor, una circunstancia recurrente (el artista como ser aislado, dueño de un lenguaje críptico y único que le permite expresarse y al mismo tiempo, permanecer incomunicado). A través de su pintura, establece contacto con una mujer, que él convierte en objeto obsesivo de su existencia. María Iribarne es lo contrario a Castel, es un ser que vive abiertamente, aceptando el mundo, mientras que él es el ser inadaptado, que desprecia a sus semejantes, pero que en su esencial contradicción, no deja de reconocer en su interior los mismos defectos que tanto desprecia. Pero, qué desasosiega a alguien que ocupa una buena posición desempeñando su vocación, siendo reconocido; un malestar existencial que, como una enfermedad crónica, lo acompaña y atraviesa su pensamiento, verdadera neurosis obsesiva, cuyas operaciones de deducción y suposición, rayan lo insano. ¿Qué persigue Castel?.

Se diría que acabar con su soledad, pero es algo más, porque no le basta hacer de María Iribarne su amante, sino que él anhela una sumisión absoluta, una fidelidad perruna, una transparencia desnuda y cristalina en la mente del otro, y eso se convierte en una utopía de pesadilla para el protagonista, hasta el punto de destruir el juguete que, incapaz de aceptar y comprender tal cual es, ha caído en sus manos. Son las manos de un niño grande, las de Castel, las mismas manos que escriben en primera persona, a modo de flash-back, los hechos del relato, y que nos anuncia al comienzo de la confesión (como sucede de forma bien distinta en Crónica de una muerte anunciada) la muerte de María Iribarne. El lenguaje es aquí trasunto de la prisión existencial del protagonista, todo se narra desde la interioridad del asesino Castel, que desgrana sus pensamientos, escarbando en sus enfermizas obsesiones . A semejanza de Gregorio Samsa, Castel padece una metamorfosis, pero mientras que él primero asume con normalidad lo anormal, Castel hace de los más simple una cuestión anormal, sospechosa, amenazadora, hace una montaña de un grano de arena.

El lenguaje de la novela, fácil y comprensible desde todos los puntos de vistas, es sin embargo farragoso y claustrofóbico en su contenido, arrastrándonos por medio de la primera persona, en una estructura lineal (con alguna elipsis, y un pequeño salto temporal hacia el futuro casi al final del relato) al mismo tunel por donde Castel camina a tientas. La mención, como por azar, a Dostoievski, da la pista de la referencia literaria del autor en cuanto al planteamiento del libro como autorretrato psicológico de un personaje. Es quizás este el único momento, junto con alguna disgresión del protagonista, donde se asoma el autor, un discreto Sábato, (cuya proveniencia no es la literatura, sino la ciencia), aunque quizás se revela más en la misma visión oscura y existencialista que atraviesa el libro, la visión del mundo del físico-matemático Sábato, quién abandonó la ciencia para pasarse a su pasión, la literatura (la pintura también) , desde donde sigue arrojando un poco de luz en el tunel sombrío de la existencia, un tunel en el que al final -realismo o pesimismo, se discutirá- no se vislumbra ninguna luz.

miércoles, 4 de julio de 2007

ENLACES A SÁBATO Y A "EL TÚNEL".

Ernesto Sábato en Wikipedia
http://es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_S%C3%A1bato

RECONSTRUCCIÓN IMPOSIBLE

El narrador de Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, es uno de los personajes que participaron en los sucesos que terminaron con la muerte de Santiago Nasar. Años después, intenta reconstruir la crónica de todo lo sucedido a través de sus recuerdos y de los encuentros con los personajes de aquellos tiempos, que aún viven.
Dos son las fuentes básicas de las que bebe García Márquez para formalizar este libro. En primer lugar, el lenguaje periodístico, que él conoce a la perfección por sus años dedicado a este trabajo. Pero García Márquez lo retuerce y lo transforma hasta insuflarle una vitalidad y una agilidad narrativa que permite que la mera crónica se transforme en literatura apasionante. La alternancia de los recuerdos del protagonista, su propia narración, con la de los personajes, que intervienen en diálogos directos, en una vertiginosa e imperceptible estructura donde el tiempo se fragmenta y el lector es lanzado del futuro al pasado y viceversa, rompen toda la estructura clásica aristotélica del argumento-nudo-desenlace; no en vano, la primera frase del libro es el mismo hecho final de la narración. En segundo lugar, García Márquez hace acopio de la cultura de su tierra, de lo más popular y endémico, elaborando un tapiz donde convive la exhuberancia mítica de latinoamérica, transida por esos toque del archiconocido realismo mágico que muncialmente ha caracterizado gran parte de la literatura sudamericana.
Inmersos en una sociedad mestiza, en la que conviven nativos, descencientes de españoles, españoles, árabes, y dentro de una cultura que permace anclada en valores tradicionales y en un notable machismo en la relación hombre-mujer, los acontecimientos se precipitan a través de la reconstrucción, componiendo un caleidoscopio en el que el fatalismo del desenlace parece irreversible, a pesar de las tenues o cecididas oposiciones de algunos personajes. Todo parece transcurrir como si nadie creyera que es posible, como si se innhibieran, o en algunos, casos, como si lo desearan. Finalmente, como ya se sabe, todo se resuelve en el fatal asesinato.
Algo hay detrás de toda esta estructura, aparentemente fácil, que nos está diciendo algo por debajo de todos los temas que afloran en su superficie (el machismo, el honor, la iglesia, la sociedad, etc.), y es algo que tiene que ver con la misma naturaleza de la vida y de la literatura.
El asesinato de Santiago Nasar, al término del libro, sigue siendo un misterio: desconocemos si realmente él fue el responsable del fracaso del matrimonio de Bayardo Sanromán, desconocemos igualmente si los hechos sucedieron tal y como el narrador los recoge, porque los personajes se contradicen, las versiones de los hechos no se ajustan unas a otras, y nada parece poder aclararse a pesar de esta minuciosa investigación. Y es que, quizás sea el mensaje del libro, la literatura es incapaz de reconstruir la vida por medio de la narración, la literatura fracasa allí donde la vida impone su misterioso destino encadenado de acciones y reacciones ante las cuales el narrador no puede sino recogerlas y tratar de encajarlas lo mejor que puede, obteniendo un puzzle que no termina de reconstruirse y queda, como la misma vida, abierto.