sábado, 27 de octubre de 2007

LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE MISERIA

Los seres humanos tienden, por lo general, a la alegría, al placer, a la risa, especialmente cuando son niños. Eso es lo que plasma el libro de Frank McCourt esencialmente. Las memorias de McCourt, que no son sino eso, memorias, trazan la historia de su familia desde su regreso a Irlanda desde Estados Unidos en el periodo de entre guerras. Al margen de las razones de tal regreso, éste supone la vuelta a un país deprimido económicamente, dominado por un integrismo católico asfixiante que atraviesa toda la sociedad de arriba a abajo justificando el inmovilismo clasista y la miseria de las clases más desfavorecidas. La familia del protagonista, el mismo autor, padece toda una serie de dificultades que ante el lector resultan pantagruélicas: un padre alcohólico adicto a las sempiternas pintas de cerveza Guinnes, falta de trabajo, la consiguiente falta de alimentos y ropa, hambre y frío, enfermedades y muerte. Pero lejos de llevar al lector a un estado de desesperación ante tamaña situación, la lectura del libro se convierte en una lectura ligera y hasta agradable, por mor de su mayor logro: la asunción por parte del autor de una posición narradora que es la misma del niño que fué, con su voz y su óptica infantil que es capaz de presentar aquella vida lamentable tamizada por la ingenuidad del niño que ignora, y que vive en su niñez, lo cual permite la presencia de un humor continuo que tiñe todo el dramatismo.
Incluso en las situaciones actuales más dramáticas, vemos a los niños jugar, buscar el juego y la risa entre los escombros del último bombardeo o catástrofe. La narración de McCourt es la narración de un niño que presenta la crudeza de lo real a trevés de su propia realidad. Si el libro lo hubiera escrito su madre, el tono hubiera sido diferente, el lector no hubiera sonreído con el rosario de situaciones que en boca del pequeño Frank devienen en fotografías lejanas y distorsionadas por la vitalidad de un niño que las recuerda tal y como las vivió, sin el conocimiento amargo de un adulto.
Literariamente, el resultado de la novela no supone un hito en la historia de la literatura, pues no hay logros en cuanto a lo literario que no existieran previamente. Se trata de una narración lineal, un conjunto de memorias que van avanzando a través de aquellos años abarcando un arco temporal desde el regreso de la familia hasta la marcha del pequeño Frank, ya mayor, de nuevo hacia América. No se percibe una estructura más allá de la básica linea temporal que sólo se transgrede al inicio, en las primeras palabras del libro en las que si habla el McCourt adulto que se dispone a iniciar el relato. Pero esta simpleza, esta eliminación de lo real dramático en favor de la realidad infantil, logran penetrar en una amplia masa de lectores convirtiendo un libro correcto en un fenómeno editorial. El premio Pulitzer, concedido en un país donde la masa de irlandeses constituye una parte muy importante de su población dominante, es el signo de su caracter políticamente correcto a pesar de su carga crítica contra la iglesia católica en irlanda. Nos lo pasamos bien con el libro porque su lectura no resulta densa, ni pesada, ni esforzada; y está salpicado de anécdotas y situaciones que nos asombran. Todo a pesar de su dureza, y es que la alegría vital de un niño logra trocar el horror en anécdota y la anécdota en sonrisa, una vez que se contempla desde la distancia.
La constatación por parte de algún compañero de que la segunda parte del libro no consigue lo mismo, es la evidencia de que el relato de Las cenizas de Ángela pertenece a un tiempo lejano que el autor tiene digerido y asimilado, mientras que el relato de la segunda parte, al ser más cercano al autor, no disfruta del suficiente distanciamiento como para lograr la misma perspectiva, además de que ya ha desaparecido la mente del niño que obraba el milagro de la transubstanciación de la miseria en alagría.
Resulta, no obstante, curioso e interesante, conocer el hecho de que Irlanda, esa Irlanda del integrismo católico y la pobreza, haya devenido uno de los países con mayor índice de desarrrollo económico en la actual unión europea, muy por encima de la Ezpaña de la prosperidaz, la igualdaz y la liberalidaz. Todo un resurgimiento de sus cenizas, las cenizas de Ángela.