sábado, 28 de abril de 2007

EL MONO DESNUDO: UNA ODISEA DESPACIO



Libro distante de lo literario puro, El mono desnudo nos ha proporcionado una base sobre la cual abrir un debate amplio que podría ser eterno. Se trata básicamente del conflicto entre nuestra animalidad y nuestra humanidad espiritual: ¿somos animales o somo algo superior? . Si atendemos a nuestro comportamiento repecto de nuestro planeta, a las estadísticas de guerras, muertes, injusticia social y económica, crímenes, etc. no cabría sino decir que somos bestias, e incluso aún más, habría que evocar las palabras de Nietszche cuando decía que "la tierra es la piel y el hombre su enfermedad"; reflexión que reaparece en la película Matrix cuando el agente Smith le explica a Morfeo su visión de la raza humana como una especie de virus, incapaz de convivir en armonía con el medio, y condenado a extenderse e invadir hasta el agotamiento de los recursos el cuerpo del planeta. Pero si atendemos a los logros estéticos e intelectuales, no podemos sino maravillarnos por el alcance de nuestros logros: Platón, Leonardo, Velázquez, Mozart, Kant, Einstein, etc. son miembros de una especie capaz de crear maravillas.
Nos deslizamos en territorios resbaladizos donde la razón se funde con la fe y la ciencia con la religión. ¿Es una cuestión de querer creer más que de otra cosa?. Si, como plantea Kubrik en su película (ese maravilloso fundido de dos planos que concentra millones de años de evolución), la violencia fue un descubrimiento necesario para nuestra hegemonía como especie, luces y sombras son inseparables de este ser al que llamamos indistintamente humano o mono desnudo.
El debate sigue abierto: