domingo, 30 de noviembre de 2008

GRANITOS DE ARENA CONTRA EL APOCALIPSIS.

La lectura (o quizás debería decir la "no lectura") de los extractos del libro Los límites del crecimiento: Treinta años después dio para hablar más que muchos otros libros "literarios" y leídos.

Es evidente que la tarea de enfrentarse a un texto en el que se acumulan datos probados y comprobados por científicos de prestigio mundial, dibujando un panorama apocalíptico en nuestro futuro planetario a medio plazo, puede provocar en el lector una respuesta instintiva de supervivencia: dejar la lectura. Vivimos una cotidianeidad particular en la que tenemos que resolver muchos problemas como para echarnos encima los problemas de un planeta sometido a la acción depredadora del hombre (palabra que viene del latín y cuyo significado original es humus, tierra, con lo cual no es nada sexista, por mucho que se empeñen algunos miembros y miembras del ente político).



La cuestión es, como dijo el responsable de la lectura, Juan Antonio Carmona, que no hay razón para que debamos enfrentarnos a este texto como a un espejo. Simplemente se trata de datos que nos ayudan a comprender mejor lo que está pasando, pero que no nos obliga a sentirnos mal con respecto a la situación, al fin y al cabo, nadie ha elegido nacer y nadie tiene la capacidad y la obligación de cambiar el mundo.


Obra de Banksy, artista callejero inglés. Visita el link.

Si es cierto que las acciones individuales pueden aportar algo en una escala personal; la conocida consigna piensa global, actua local. Pero son granitos de arena contra un leviatán, y aunque sería posible que todos los seres humanos juntaran sus granitos de arena y armaran una montaña, es bastante improbable, palabra que resume y define el devenir del mundo hacia esa utopía que muchos o casi todos han soñado a lo largo de los siglos. Pero la utopía, como nos enseño Horkeimmer, pertenece al sueño, no al proyecto real.



Cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes, comprar un desodorante libre de cfc, conducir un vehículo de baja emisión contaminante, mantener el consumo en un nivel mínimo, o disminuirlo. Todas estas consignas emanadas desde los gobiernos o las ongs son la mitad de la realidad en la que pululamos, una realidad que yo defino como la esquizofrenia, porque la otra mitad se compone de ejemplos de comportamientos depredadores, falta de escrúpulos, explotación, injusticia, hambre, enfermedades, muerte; y también esta realidad emana de la misma sociedad que habla de derechos humanos inalienables y de un futuro mejor. La gente, como dijo Juan Antonio, hace las cosas porque íntimamente se siente mejor al hacerlas. Lo cual me lleva a considerar que según eso, se derrumba la creencia del sacrificio personal por los demás, el ejemplo del redentor que se deja inmolar en la cruz. Pero también Manolo Moreira nos presentó un ejemplo en el que la iniciativa personal de un grupo comprometido logró recuperar un entorno degradado y conseguir mediante el ejemplo la implicación de la administración; con fines políticos, evidentemente.


The Yes Men, grupo de activistas que ganaron notoriedad internacional por suplantar a la Organización Mundial de Comercio en Internet y en televisiones y conferencias de negocios de todo el mundo. Visita el link.

Maquiavelo lo dijo hace siglos: el fin justifica los medios. La pregunta que yo hago mía, y que pronunció antes de abandonar este universo el Doctor Manhatan, dejando perplejo a Adrian Veidt (en la obra maestra de la historieta Wachtmen) es: ¿Fin? ¿Qué fin? Nada acaba nunca. Y ahí seguimos, en la incertidumbre de la cuerda floja por la que transitamos a diario, entre no hacer nada y hacer algo, demasiado pequeños como para tomar decisiones más allá de lo que nuestros sentidos nos permiten aprehender.



Este es el mundo que nos ha tocado, y cada uno es libre de hacer lo que quiera. Las opciones son muchas, pero nuestro tiempo y capacidad muy limitadas. Si los datos y previsiones del libro son ciertos, somos testigos del fin de los recursos de un planeta que parecía a priori tener capacidad para alimentarnos a todos. Respecto a lo que pasará, sólo hay probabilidades, y un pequeño vacío que siempre se reserva el azar.

Entrevista a Leopoldo Abadía, que explica la crisis económica.

domingo, 2 de noviembre de 2008

LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO.

El informe Los límites del crecimiento, encargado al MIT por el Club de Roma fue publicado en 1972, poco antes de la primera crisis del petróleo. La autora principal fue Donella Meadows pero también contribuyeron Dennis Meadows y Jorgen Randers. El informe se basa en la simulación informática del programa World3, creado por los autores del informe con el objetivo de recrear el crecimiento de la población, el crecimiento económico y el incremento de la huella ecológica de la población sobre la tierra en los próximos 100 años, según los datos disponibles hasta la fecha. La tesis principal del libro es que, en un planeta limitado, no es posible un continuo crecimiento económico, y estos límites pueden ser de dos tipos: de recursos naturales y de la capacidad de la tierra para absorber la polución sin mermar la calidad del medio ambiente.

Fuente: Wikipedia.

sábado, 27 de septiembre de 2008

REQUIEM POR UN CAMPESINO ESPAÑOL.

Este libro, según reseña la contraportada, recoge un dramático episodio de guerra civil en un pueblecito aragonés. Mosén Millán se dispone a ofrecer una misa en sufragio del alma de una joven a quien había querido como a un hijo. Mientras aguarda a los asistentes, el cura reconstruye los hechos: el fracaso de su mediación, con la que creyó poder salvar al joven, pero que no sirvió sino para entregarlo a sus ejecutores. El relato es de una perfecta sobriedad y de una sencillez no por ello menos profunda y estremecedora. La narración sobrecoge por su ajustado realismo, por la eficacia de sus símbolos y por el profundo conocimiento de losmecanismos de la conciencia, puesto de manifiesto a través de la evocación del sacerdote. Sin lugar a dudas, Réquiem por un campesino español es una de las mejores obras de Ramón J. Sender y un libro definitivo sobre nuestra guerra civil, alejado de cualquier panfletarismo.

Esto dice la entusiasta reseña de la contraportada. Veamos si es exacto o no. El tema de la guerra civil no es fácil, ya lo vimos cuando leímos Los girasoles ciegos, la herida aún supura y ni mucho menos se ha cerrado. Como dijo Eduardo cuando comentamos Yo, el Rey, el 2 de Mayo comenzaron las dos Españas. Tema para debatir.

Espero vuestros comentarios. Sentíos libres de hacerlos en cualquier momento de vuestra lectura.

Gracias a todos.

domingo, 31 de agosto de 2008

SEPTIEMBRE

Queridos Lectores:

Como ya os comuniqué ayer, he decidido a tenor de la dinámica observada, cambiar el funcionamiento del blog. A partir de ahora, los comentarios sobre los libros no se harán a posteri de su lectura y reunión, sino que se iniciarán al tiempo que iniciamos su lectura. De esa manera, confío en que el blog se revivificará mediante la participación activa de los lectores que podrán ir enviando sus comentarios y observaciones a medida que leen la obra correspondiente.

Tan sólo redactaré una pequeña introducción y alguna sugerencia basada en el PAL (Protocolo de Análisis Literario) para iniciar el debate on line. Al mismo tiempo, espero que esta nueva fórmula contribuya a que alcancemos mayor profundidad en el análisis y el comentario de la obra el día de la reunión.

Dicho esto, incluyo en esta entrada los comentarios correspondientes a los dos últimos libros: Yo, el Rey (agosto) y Madame Bovary (septiembre).




La irrealidad del insatisfecho.

Si bien la mayoría de lectores coincidió en señalar la sensación innegable de que Madame Bovary es una novela que ha envejecido, no por ello deja de ser legítimo considerarla la primera novela contemporánea, a tenor de los logros formales y narrativos que Flaubert asentó, como los cimientos de toda la literatura posterior.

Eduardo y otros compañeros pusieron el dedo en la llaga al señalar los cambios de perspectiva de la narración, que comienza con la primera persona del plural (no sabemos si es Emma, o es la voz colectiva de la clase escolar en la que ingresa Carlos Bovary, futuro marido de Emma) y que cambia a la tercera persona del singular, en la voz de un narrador omnisciente que desplaza su ojo de personaje a personaje, desgranando su interioridad con omnisciencia plena. Al mismo tiempo, hay un distanciamiento del narrador hacia los personajes, de manera que no se implica con ninguno de ellos, y el lector siente simpatía o antipatía por cada personaje a lo largo del libro según la situación narrada.

Cierto es también que el lenguaje, a día de hoy, nos resulta un poco arcaico, no sólo por la gran cantidad de palabras que han desaparecido del habla común (objetos o denominaciones ya extintos), sino por la misma recreación en descripciones que ralentizan una acción y que desesperan y aburren al lector. Debemos hacer un esfuerzo de contextualización y pensar que todo ese fenómeno debía ser para los lectores de la época un disfrute de la capacidad de recración de escenarios de Flaubert, casi como la ambientación de escenarios de un film o sus efectos especiales.

En cuanto al tema, la simpatía y la antipatía hacía Madame Bovary se reparte, un signo de la universalidad de un personaje que alcanza el rango de arquetipo (como un Quijote o un Sancho Panza o un Mc Beth). Estamos ante el ser que vive en un mundo interior soñado, inspirado a través de la literatura (en su caso), que ansía vivir las mismas situaciones que ha leído en todas esas novelas románticas contra las que arremete Flaubert (como Cervantes hiciera contra los libros de caballería). Emma Bovary, ingenua, ambiciosa, inconsciente, vive atrapada entre un mundo real que la decepciona y un mundo irreal que persigue mentalmente, despierta, y que cuando lo consigue, deviene en una realidad igualmente decepcionante que su otra realidad; o mucho peor.

Adicción es palabra clave aquí: adicción a lo novelesco romántico, a vivir en una escena de amor congelada a imagen y semejanza de las que Emma lleva grabadas en su mente de ingenua soñadora. Y en su viaje hacia su sueño, se topa con el cínico que la usa y la tira como a un kleenex (Rodolfo), y luego con su "alma gemela", León, el cual, tras la experiencia de la Bovary con Rodolfo, parece no estar a la altura de ella, que ha alcanzado cierto rango de seductora (en el sentido del que hablaba Baudrillard en su libro De la seducción), lo cual la arroja de nuevo a la infelicidad, al desaasosiego de quien está condenado a no sintonizar entre la realidad y la irrealidad interior. Sufrimiento creciente que además, supone el sufrimiento de quienes la rodean y la quieren, y que desemboca en su desesperación en la salida del suicidio. Tenía otras opciones, en efecto, y Emma Bovary podía haber afrontado la realidad y haber luchado. Para ello tendría que haber sido lo suficientemente humilde como para reconocer su problema y pedir ayuda. Pero su egoismo es más fuerte, y su desesperación, aliada con aquel, eligen el arsénico como escape. Esto dió pie a la cuestión de si el suicidio es un acto que requiere cobardía o valentía, y que Juan Antonio lúcidamente desmontó como simplista. Nuestro nuevo compañero, profesional de la psiquiatría, nos dió un dato objetivo: el 90% de los suicidios son por enfermedad mental, el resto se desconoce. Cabría hablar aquí de Arthur Koestler, el escritor hungaro nacionalizado inglés, uno de los paladines del movimiento EXIT, que demandaba el derecho a abandonar libremente la vida por voluntad propia, en plena posesión de las facultades mentales, como acto de liberta individual.

Justo es decir, que tal situación hoy en día, no tendría porque acabar así. Los valores tan rígidos de la sociedad en la que transcurre la novela, no dejan de tener su importancia. Pero incluso en una sociedad actual de un pais del primer mundo, donde los derechos y la libertad parecen estar garantizados, y la igualdad de sexos se acepta o se impone institucionalmente (mal que nos pese en algunos casos), Madame Bovary no se ha extinguido, más bien al contrario. Más somos en este planeta, más personas ansiando vivir en ese oropel, ese lujo, ese glamour del París que es hoy en día el inmaterial y mediático mundo de la publicidad, de las imágenes mediáticas, de los paraísos artificiales llamados urbanizaciones de lujo, resorts, spa, etc., etc. Y esto quiere denotar, que esta patología llamada "bovarysmo", no es exclusiva de la mujer, sino que también se da entre los hombres. Ya lo dijo el propio Flaubert: "Todos somos Madame Bovary".


PSIQUIATRÍA E HISTORIA, literatura.


Yo, el Rey
, es un libro que nos permite conocer la personalidad de José Bonaparte más allá de los tópicos mínimos a través de los que lo hemos conocido. En este sentido es un notable trabajo de psiquiatría o psicología, lo cual no es gratuito conocida la profesión del autor. Vallejo Nágera ha sido psiquiatra, pintor naif y también escritor.

Notable es también el trabajo de documentación histórica, que tiene su reflejo en el libro en la reproducción de muchas cartas entre José y su hermano Napoleón. Por momentos, parece que leemos género epistolar; en otros, que leemos un libro sobre historia, la historia de la llegada de José Bonaparte a Madrid desde Bayona, donde su hermano le obliga a ocupar el trono de España.

Al margen de las discusiones sobre si José Bonaparte es más el Pepe Botella que conocimos en el colegio, o el personaje noble y bondadoso que nos presenta Vallejo-Nágera, nos interesa el debate que surge del conocimiento de las circunstacias históricas, sociopolíticas del momento. Ese episodio clave de la historia de una España que viene de ser la gran superpotencia del momento y cuyo declive se materializa en una invasión consentida a medias. Y ésto último es importante, a medias, porque como señaló Eduardo el 2 de mayo comenzaron las dos Españas, una tesis interesantísima que dió pie a uno de los debates más jugosos de las últimas reuniones del Club de Lectura y que, personalmente, me gustaría que tuviese continuación.

Ciertamente, todo giró en torno a los personajes (José, Napoleón, Josefina, Godoy, etc.) y a las situaciones históricas, algunas más anecdóticas que otras. Quizás fuera eso un signo de que este libro tiene su valor más destacable en esos aspectos, frente a valores literarios que sin ser menos que correctos, no son los más potenciados, tal vez por el interés de su autor en potenciar lo demás.

lunes, 21 de julio de 2008

ORIENTE FATALISTA.

Tres gotas de sangre, de Sadeq Hedayat. Ed. El Cobre. 2004.

Este libro es un conjunto de relatos cortos de uno de los escritores más notables de la narrativa persa del siglo XX. Hedayat (Teherán, 1903-París, 1951) cursó sus estudios en Francia a donde viajó con una beca en 1925. Muy influído por La metamorfosis de Kafka, que introdujo al persa, construyó una obra de corte pesismista y dramático.

Casi todos hemos coincidido en que el relato que da título al libro es de una calidad notoriamente superior al resto. Tres gotas de sangre es uno de los dos relatos del libro escrito en primera persona, pero tiene un misterio especial. Para empezar, el protagonista inicia el texto con una reflexión sobre la literatura cuya profundidad no escapa al lector. No sabemos con exactitud de quien se trata, en que lugar se haya (tan sólo lo adivinamos por datos que Hedayat va soltando hábilmente); introduce a su vez una serie de relatos dentro del relato principal, estableciendo relaciones entre los hechos y las narraciones de manera que la realidad se confunde con la ficción (la historia de la lechuza, la terrible historia de la gata Nessi). El desenlace, digno del propio Kafka, es un giro inesperado en el que se nos revela de manera sutil la naturaleza del protagonista, su drama.

El resto de los relatos, son más convencionales en cuanto a su estructura (argumento, nudo y desenlace), y resultan más extrañadores para el lector occidental, poco acostumbrado a la estética y la psicología de una cultura como la persa, en la que la religión y otros valores de corte moral, someten a los personajes a padecimientos y situaciones calificables como poco racionales y prácticas. Pero sería un error juzgar la obra de Sedayat desde un punto de vista racionalista occidental, y sería más pertinente situarse en las coordenadas de la literatura oriental, de la persa en este caso, en la que lo que aparecen ante nuestros ojos occidentales como convencionalismos ora predecibles, ora inexplicables, cobra un sentido natural en su contexto cultural.

Los cuentos de Sedayat son trágicos, no tienen finales felices y están llenos de suicidios, de desesperación, de muerte. Evidencia esto una naturaleza melancólica y preocupada por los pozos más oscuros de la naturaleza humana. De hecho, el propio Sedayat se suicidó dejando abierta la llave del gas. Pero es el valor literario de su obra el que debemos apreciar al margen de las historias poco estimulantes anímicamente hablando de este libro.

Arremete Sedayat contra los convencionalismos de su cultura, tan acérrimamente apegada a un clasismo social y moral inamovible. En Perdón de Dios, los personajes que peregrinan a una ciudad santa, se revelan como autores de pecados horribles. En Tulipán, el amor de un viejo por su hija adoptiva deviene obsesión y finalmente irónico desenlace. El hombre que mató a su ego, se adentra en el terreno de la metaliteratura con numerosas citas de la literatura sufí, cuyas lecturas contradictorias, llevan al protagonista a un misterioso suicidio.

En líneas generales, la literatura de Sedayat, es claustrofóbica, describe un mundo interior psicológico de personajes atados a principios religiosos, morales y sociales que los van conduciendo a un destino fatal. No resulta fácil asimilar tanto drama interior, pero hay un estilo en el uso del lenguaje que convierten su obra en un notable logro literario. No es, en sentido estricto, un escritor realista, sino más bien un escritor dotado para volcar sus obsesiones a través de paisajes y narraciones que no admiten más salida que la sordidez, el pesimismo.

En cualquier caso, personalmente, me ha enriquecido el descubrimiento de este autor y de esta literatura, que si bien es persa por la nacionalidad del autor, tiene un claro nihilismo occidental atravesando cada historia. Y por encima de todo, el primer relato, Tres gotas de sangre, imagen que vuelve a aparece en el último relato del libro, El Castillo maldito, uno de los más infantiles, podríamos decir, pero que recoge la estética de los relatos orientales tan ajena al lector occidental.

Creo que sería deseable asumir la lectura de este libro como un apertura enriquecedora hacia otras fórmulas estéticas, al margen de nuestro gusto personal. En occidente, hay una tendencia a esperar un final feliz, una justicia redentora y poética que nos deje un buen sabor de boca. Nada de esto tiene cabida en la obra de Sedayat. Su literatura es triste como una música melancólica que no nos anima ni nos alegra, pero no por ello, exenta de calidad.

domingo, 29 de junio de 2008

Y NADA DETRÁS DEL ESPEJO.



La definición de Esperpento, la genuina creación de Ramón María del Valle-Inclán, aparece en el diálogo de dos de los personajes de la obra:

MAX: -Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. DON LATINO: - ¡Estás completamente curda! MAX: - Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.

En qué se distancia Valle del teatro español con esta obra que revoluciona las bases del género. Vayamos por partes.

1- En la tragedia clásica, los héroes son vistos como seres admirables; en el teatro realista, se presentan de igual a igual ante el autor y el espectador; Valle los contempla como si estuviera en la altura, es decir, distante.

2- Los protagonistas o héroes, ocupaban con su presencia la totalidad de la obra. En Luces de Bohemia, su protagonista, muere en la escena 13, pero la obra se prolonga hasta la 15.

3- Los personajes son todos viles, incluyendo al propio protagonista, que acepta dinero de su ex amigo el ministro "en nombre de dos mujeres necesitadas", pero que luego se gasta con su compañero de farra.
Tan sólo las figuras de su mujer y su hija, el obrero catalán encarcelado y luego fusilado, y la madre que llora por la muerte de su hijo a manos de las fuerzas del orden, manifiestan una dignidad que está más allá de la mediocridad y la vileza de este universo valle-inclaniano.

4-Las anotaciones del autor para la descripción y puesta en escena van más allá de las convencionales, alcanzando un grado de calidad literaria extraordinario. Veamos un ejemplo:


ESCENA SEGUNDA

La cueva de ZARATUSTRA en el Pretil de los Consejos. Rimeros de libros hacen escombro y cubren las paredes. Empapelan los cuatro vidrios de una puerta cuatro cromos espeluznantes de novelón por entregas. En la cueva hacen tertulia el gato, el loro, el can y el librero, ZARATUSTRA, abichado y giboso -la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente-, promueve, con su caracterización de fantoche, una aguda y dolorosa disonancia muy emotiva y muy moderna, Encogido en el roto pelote de una silla enana, con los pies entrapados y cepones en la tarima del brasero, guarda la tienda. Un ratón saca el hocico intrigante por un agujero.

Hay detalles aquí que no son propios de una introducción convencional a una escena teatral. Los espectadores, a partir de cierta fila, no están habilitados para ver "los cuatro cromos espeluznantes de un novelón por entregas" que empapela la puerta de la tienda. La "cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente", son descripciones poéticas y simbólicas que sobrecargan la interpretación con una riqueza que va más allá de sensorial. Invisible es también para el espectador alejado ese ratón que "saca el hocico intrigante por un agujero".


Estética de la tragedia.

A pesar de que la sonrisa aflore al enfrentar las caricaturas y situaciones de Luces de Bohemia, no es la sonrisa (menos aún la risa) en la que culmina la catársis del humor, del buen humor. Es un humor otro, amargo, áspero, disfrazado y deformado, sí, pero es como un medicamento de mal sabor diluído en un vaso de agua.

Bajo la deformación de la España que presenta Valle, late una crítica feroz, un rechazo visceral ante la situación del país, ante la miseria intelectual y humana de sus habitantes, desde la prostituta al ministro, y donde los únicos que merecen ser llamados dignos, sufren y son ejecutados. Esa crítica a la realidad, llega a su más cruda exposición, en el diálogo de los sepultureros de la escena decimocuarta:

UN SEPULTURERO.- Este sujeto era un hombre de pluma.
OTRO SEPULTURERO.- ¡Pobre entierro ha tenido!
UN SEPULTURERO.- Los papeles lo ponen por hombre de mérito.
OTRO SEPULTURERO.- En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.
UN SEPULTURERO.- ¡No hay que poner las cosas tan negras!

Pero sí, hay que ponerla tan negras y tan exageradas como la imagen que devuelven los espejos deformantes del (¿oscuro?) Callejón del gato, porque como ya advierte Valle a través de Max Estrella,
El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. Y aún podríamos, a día de hoy y con la perspectiva de los años, sustituir términos y traducir situaciones para reconocer que en nuestra contemporaneidad, aún resta mucha oscuridad, mucha sombra, y aún persiste y no se disipa porque apenas bastan las débiles luces de una bohemia que resiste en las trincheras y barricadas (Don Quijote y Max Estrella, Sancho Panza y Don Latino: una comparativa en la que profundizar).


domingo, 1 de junio de 2008

OBSESIÓN, ADICCIÓN Y FATALISMO.

"Un alma de mujer atrapada en el cuerpo de un hombre", se dijo en la reunión. Se presenta en el prólogo la tesis de que Lorca proyectó en Yerma su impotencia por no poder concebir un hijo. Transpone el asunto a la figura de la mujer deseosa de maternidad, cuyo marido no colma su deseo, pero que al mismo tiempo es incapaz de transgredir los límites de una férrea moral que impera en el mundo rural y, que sin embargo, es transgredida de manera hipócrita bajo el barniz de los supuestos milagros del santo.

Para Yerma, no es opción la infidelidad, ni el abandono de su marido. No lo ama, es un marido impuesto y aceptado. Su pasión es hacia otro hombre, pero media entre ambos una frontera invisible construida con valores oscuros de una España negra. Tampoco ese hombre parece muy predispuesto a dar un paso en la dirección en que Yerma lo incita veládamente. Todos los hombres de la obra, aparecen siempre a través de la óptica de la mujer. Nunca existe un diálogo en escena entre dos hombres sin la presencia de una mujer, de Yerma.

Yerma es un personaje ciertamente exagerado, llevado a una situación de obsesión cuya solución no consiente. Se niega a la infidelidad que le proponen otros personajes, defiende su honra y su fidelidad a su marido, pero se niega a aceptar su destino de mujer sin hijos y se va encerrando en un laberinto de obsesión y rabia que tiene un trágico centro. Decía con mucha razón J. A. Carmona, que Yerma es una enferma mental, una depresiva adicta, que no sólo se atormenta con su situación, sino que no opta por una salida posible. Si su deseo era ser madre, sería más feliz siendo madre en solitario que casada con un marido decepcionante que no le proporciona sino frustración.

Los parlamentos de Yerma, están escritos por un ser que evidentemente sentía de manera íntima la femeneidad. Se habló de Lorca y Almodóvar, de su elección y predilección por las mujeres como protagonistas. Las palabras de Yerma sonpoesía sombólico que habla de lo profundo que se esconde en la mujer, en consonancia con las palabras de Nieztsche en Así habló Zaratustra "todo lo de la mujer sólo tiene una solución: el embrazo". A día de hoy, tal afirmación parece un poco peregrina, dada la forma de vida alcanzada en nuestra sociedad del bienestar, en la que tener un hijo se ha convertido (en opinión de muchos) en un lujo. ¿Realmente es un lujo o una imposibilidad tener hijos, o hemos alcanzado ese estadio de las sociedad cuyo nivel de vida hace aflorar el egoísmo y la negación a entregar tiempo y sacrificarse por ellos?

En biología, la estrategia K consiste en que una especie que vive en condiciones adversas para la supervivencia, aumenta el nivel de natalidad para garantizar su supervivencia. En los países más desarrollados, sucede a la inversa, y ello forma parte, entre otras causas, del fenómeno de la inmigración. En España, si ir más lejos, la población envejece día a día y nacen menos niños. La mujer, deseosa legítimamente de alcanzar la igualdad con el hombre, accede o trata de acceder al mercado laboral. Tener hijos es un impedimento. Por el contrario, en la España rural de Yerma, las mujeres tienen asignado un papel inamovible. Cuidar la casa, tener hijos (futura mano de obra) y cuidarlos. La no consecución de este objetivo, deviene fracaso biológico y existencial en la mente de la protagonista, y su incapacidad para romper con las normas o su adicción a su estado obsesivo, o ambas cosas, la llevan a terminar con la causa que ella considera responsable de su fracaso como mujer-madre. Así, el asesinato de su marido, es una imagen que simboliza la fuerza de una mujer imparable en su obsesión triunfando físicamente por convicción de su voluntad, frente a un hombre que es símbolo de una masculinidad inerte, sorprendida por lo inesperado. También lo dijo Nieztsche, que el hombre debía temer a la mujer, porque ésta es capaz de hacer cualquier cosa por amor, incluso por el amor hacia el hijo no nacido.

sábado, 3 de mayo de 2008

APUNTES SOBRE SEMPRÚN Y FEDERICO SÁNCHEZ.

No sería de justicia que emitiera una valoración sobre el libro de Jorge Semprún, pues ante todo debo confesar que no he podido terminar de leerlo. Pueden valerme como tenues excusas los excesos laborales del mes de abril, en los que el cómic o historieta o tebeo, se han adueñado de sus días y me han tenido concentrado en torno a éste medio, tanto aquí en San Roque, como fuera, en Barcelona.

Aún así, no querría dejar de anotar algunas apreciaciones sobre el libro, y recoger lo que se derivó de la reunión del grupo.

Lo más llamativo de este libro es el uso de dos personas narrativas: y Yo. Si el comienzo es con la segunda persona del singular, poco tardamos en descubrir que quien escribe es ese mismo , y que no hay distancia entre Federico Sánchez y Jorge Semprún, más allá que la de la memoria y el tiempo.

Autobiografía es una forma que adopta el libro para jugar con los recuerdos en una narración que es más bien recuento de escenas y fechas, de nombres y actos. Por momentos, tiene uno la sensación de estar leyendo más un libro de historia que una novela. Reconozco que a veces, la acumulación de todos esos datos, hicieron la lectura farragosa, para mí, y la falta de acontecimientos narrativos, me hacían perder el interés.

Tengamos en cuenta, que el libro fue premio Planeta en un momento caliente, en plena transición, y la opinión de Semprún, testigo de primera mano de nuestra historia predemocrática, constituía por sí misma en ese momento y testimonio de alto interés. No se ahorra en críticas contra personajes archiconocidos de la vida política española (Santiago Carrillo). Y eso siempre tiene un morbillo añadido para el editor de ojo mercantil.

En fin, lejos de mi intención poner en duda el alto nivel intelectual del autor como escritor. De hecho, siempre he tenido en máxima estima su figura como la del ministro de cultura más culto de la historia democrática de nuestro país. Su prólogo al catálogo del pintor Nicolas De Stäel (MNCARS, 1992), salió de su puño y letra, a diferencia de tantos prólogos y discursos pronunciados por cargos públicos incapaces de no cometer siquieira errores de lectura.

miércoles, 16 de abril de 2008

ATENCIÓN: CAMBIO DE FECHA REUNIÓN DE ABRIL

Queridos lectores:

Por motivos de trabajo, me encontraré ausente el viernes 18 de abril. Estaré en el Salón del Cómic de Barcelona, donde junto con un grupo de compañeros bibliotecarios de varios puntos de España, presentaremos oficialmente el Grupo "Comicteca", una entidad que pretende fomentar el coleccionismo de cómics en las bibliotecas públicas, así como elaborar una serie de directrices para su configuración, tratamiento y exposición al público. Hacía meses que trabajaba con los miembros del grupo vía internet, y ha dado la casualidad de que la presentación es el jueves 17, con lo cual el regreso para el viernes es muy precipitado. Os ruego disculpeis las molestias y contratiempos que os haya podido causar.

Un abrazo a todos.
Fram.

sábado, 29 de marzo de 2008

EL PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE.




Una voz difusa comienza a reflexionar desde ninguna parte arrastrándonos a un viaje denso y lleno de digresiones. Desconocemos quien habla, desde dónde. Así comienza este libro que poco a poco nos va dando detalles del hecho que pone en marcha un mecanismo o proceso de averiguaciones y acercamientos entre personajes a los que las circunstancias y el azar han entrecruzado. Un hombre es invitado a cenar por una mujer a la que apenas conoce y cuyo marido está en Londres esa noche. En la casa hay un niño de dos años al que cuesta acostar. Por fin, cuando se confirma el carácter galante de la cita, la mujer se siente mal, agoniza y muere antes de haberse convertido en su amante. Qué hacer con el cadáver, qué hacer con el niño, con el marido ausente, qué diferencia hay entre la vida y la muerte.

La prosa de Javier Marías tiene entre sus características más acusadas, su capacidad para envolver al lector en una trama reflexiva e intimista capaz de suspender el tiempo y dilatarlo. Cinco minutos reales se convierten en sus manos en páginas de inquisiciones, suposiciones, digresiones, que nos llevan del presente al pasado (flash-back) o al futuro (flash-forward):

"[...]. Eduardo Deán lleva bigote, mira a la cámara y se muerde el labio, parece muy alto y delgado, y aunque su rostro me pareció memorable, ya no lo recordé una vez fuera de aquella casa y de Conde de la Cimera y del barrio. Ya no lo veía."

El protagonista, Víctor Francés, cuenta en primera persona, y recuerda lo vivido indagando hasta el punto de no saber realmente cómo han sido las cosas ("Vivir en el engaño es fácil, y aún más, es nuestra condición natural, y por eso no debería dolernos tanto"). El epílogo del libro, titulado Lo que no sucede y sucede, lo explica muy bien.

La estructura del libro es compleja, por un lado es lineal puesto que avanza desde un hecho que constituye el argumento hacia adelante, hacia el futuro, hacia un nudo y un desenlace. Pero hay una circularidad paralela en los acontecimientos que se va revelando a medida que nos acercamos al final. Y luego, esta esa capacidad de la prosa para ralentizar el avance del tiempo de la acción, paralizarnos en los detalles que dan pié a pensamientos y reflexiones en las que afloran la herencia filosófica del escritor (su padre fue reputado filósofo). En una entrevista de hace algunos años, el escritor afirmaba su deseo de representar ese tiempo que transcurre sin que nos demos cuenta, y es evidente que lo consigue. Muchos compañeros han señalado la dificultad que les ha opuesto el libro a su lectura, y es que estamos ante un ejemplo de literatura que no penetra al lector, sino que exige ser penetrada por él. Es literatura exigente de la atención del lector, atención continua, so pena de perder el hilo del relato. Marías juega con los desvíos narrativos y las digresiones, desplazándonos de lugar o de tiempo apenas ha comenzado a contar algo para pasar sutilmente a contarnos otra cosa. Estas formas de construir con el lenguaje, convierten la lectura en un ejercicio nada fácil, a pesar de que los términos usados son en su mayoría comprensibles sin tener que recurrir a diccionario alguno.

La presencia de lo filológico es otra marca de la casa. Licenciado en filología inglesa, ex profesor en Oxford, Javier Marías introduce comentarios sobre ciertas palabras del castellano, del inglés, y esta presencia de lo meta lingüístico, son signos de que tras la voz del protagonista, asoma puntualmente la conciencia y la formación del autor (su inclinación por Shakespeare, de quien toma el título de la novela) . En efecto, y no sólo en los comentarios de carácter filológico, sino en opiniones concretas sobre temas varios. Sin ir más lejos, el episodio del Solus, trasunto de un personaje real de nuestro país, sirve al autor para exponer sus opiniones al respecto, que no se liman en su agudeza y su ironía. Se despacha a gusto, introduciendo en medio de la narración de una acción una opinión surgida de una conciencia crítica que si bien es de un personaje, no es ajena al autor, que estaría de acuerdo con tal opinión:

"-Mire, que se jodan, él ya hace más de lo que debería. Lo llaman de todas partes, en plan abuso. Que es que no hay más que uno, cojones, no se dan cuenta. - Era definitivamente mal hablada, pero hoy en día lo es casi todo el mundo. "

Para finalizar, decir que Mañana en la batalla piensa en mí, supuso la gran consagración de Javier Marías como uno de los escritores más importantes a nivel mundial. El reconocimiento que supone la concesión de cuatro premios tan prestigiosos como los obtenidos, más el reconocimiento que supone el gran número de lectores fieles que ha creado el escritor, son signos de la gran calidad y hondura de su obra literaria; obra que por ahora, ha dado el autor por concluida con la publicación de su trilogía Tu rostro mañana. Y como broche final, una cita de esta novela que hemos leído, y de la que pueden ser extraídas más de una:

"[...], las historias no pertenecen sólo al que asiste a ellas o al que las inventa, una vez contadas ya son de cualquiera, se repiten de boca en boca y se tergiversan y tuercen, nada se cuenta dos veces de la misma forma ni con las mismas palabras, ni si quiera si el que cuenta dos veces es la misma persona, ni siquiera si el relator es único para todas las veces, [...]"

domingo, 24 de febrero de 2008

MISERIAS BAJO EL BRILLO PLANETARIO. El Premio, de Manuel Vázquez Montalbán.



A pesar de ser Carvalho, ese detective privado que ha cruzado la transición española resolviendo casos al tiempo que quemaba libros y disfrutaba de la gastronomía con fruición, el protagonista de esta novela, no parece acomodarse al genero policiaco (como le sucedía a la novela de Mankell, Asesinos sin rostro). Más cerca está del retrato satírico, o la crónica sociopolítica de un mundo muy concreto, el mundillo literario que pulula en torno a los grandes premios nacionales, en concreto al más cuantioso de todos ellos. Y es tan evidente la intención de Manuel Vázquez Montalban de querer escribir y despacharse con este tema, que la novela no puede evitar presentarse bajo una evidente estructura narativa temporal, en la que se van alternando los capítulos del presente (Carvalho ausente o en segundo plano), con los capítulos del pasado (flash-backs, en los se narra la inscripción del detective en el espacio de la trama literaria). Esa alternancia avanza hasta que los flash-backs alcanzan el tiempo presente y todo es uno, sin embargo, Carvalho sigue en un segundo plano, casi como un observador de la labor policial, y la resolución del caso se produce casi por casualidad, de manera anodina y como dejada caer aparte.

La estructura de la novela se completa en un epílogo compuesto por el manuscrito que iba a alzarse con el premio en cuestión. Carvalho, de regreso a Barcelona, abre el manuscrito y comienza a leer: Ouroboros, el símbolo alquímico de la circularidad, fin y origen en un anillo que quiere ser el propio libro. Y así, nosotros, lectores, leemos con Carvalho las primeras páginas de Ouroboros, que resultan ser las primeras páginas de El Premio.

La ausencia de un comienzo al uso de la novela policiaca ha resultado en la práctica un handicap a la hora de enganchar al lector, y sólo tras las primeras cincuenta páginas parecía abrirse el libro a la inmersión de aquél. Sin embargo, para los aficionados a lo literario, que no sólo a la literatura, la narración de la cena de gala en la que se va a fallar el premio mejor dotado de España para una novela (no, no es el Planeta, pero sí lo es), es una de las creaciones más suculentas y mordaces de Vázquez Montalbán. La flora y fauna de personajes que desfilan y conversan por el gran salón del Hotel Venice, no tiene desperdicio. Personajes tan reales y de carne y hueso como la que ministra dde cultura Carmen Alborch, o el presidente de la Comunidad de Madrid Joaquín Leguina, con quienes Vázquez Montalbán se despacha a gusto en su pintura de la clase política, el socialismo de principios, mediados de los ochenta. La figura del nobel existente, en la que se reconoce inequívocamente a Camilo José Cela, los escritores y editores que bien bajo nombres falsos son trasuntos de personalidades de la España literaria real, incluyendo mención a algunos de ellos ("Javierito Marías, el mejor escritor inglés en lengua castellana"), etc.

Montalbán nos desplaza por el salón como una cámara en mano que pululara libremente por el espacio, deteniéndose en esta mesa para atender una conversación que de improviso es sustituida en la página por otra en la mesa vecina, con una técnica impecable que transmite esa sensación de interrupción, de inmiscuimiento, de ubicuidad, arrastrando al lector a situaciones que abarcan desde el sesudo diólogo entre críticos hasta los surrealistas momentos que alcanzan su culmen con la escena del pa amb tomaquet, cuya preparación es descrita con deliciosa fruición (en todos los sentidos) .

Rozando a veces el esperpento, este retrato satírico es el trasunto de lo que se oculta detrás de los premios literarios, al menos de los más mediáticos y mejor dotados económicamente, como es el Planeta en nuestro país. Un pozo de influencias, vanidades, ambiciones, miedos, pequeñas y grandes conspiraciones y mucha miseria adornada con oropeles de intelectualidad. Montalbán se despacha a gusto, él, que precísamente obtuvo el premio Planeta con una de sus novelas, y que parecese quererse despegar de esa esfera mediante este ejercicio de descarnamiento sin piedad.

Sintácticamente, el lenguaje es muy elaborado, con gran uso de la subordinación, que facilita esa sensación de fluidez y continuidad de ese viaje a través del salón. Los diálogos, muy trabajados también, aciertan en personalizar a cada ejemplar de ese ecosistema, hasta el punto de que llega un momento en que se conoce quien es el personaje que toma la palabra para interrumpir o manifestar algo, sin necesidad de que el autor lo explique. El sentido del humor, acerado y con la punta bien afilada, se dosifica generosamente a lo largo y ancho de la narración, rozando, como se ha dicho, el esperpento, pero con una carga irónica que no esconde la crítica mordaz hacia todo lo que constituye ese universo tan glamouroso y brillante que esocnde la más patética miseria debajo de su oropel.

martes, 29 de enero de 2008

MENOS MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA.

A veces, un error, un despiste, un extravío, nos conduce a un terreno que nos sorprende y agrada. Algo así nos ha sucedido este mes de enero en el Club de Lectura. Cuando seleccionamos Una interpretación, de Joaquín Pérez Azaustre, la razón que más pesó era que se trataba de un autor andaluz, bastante joven, al que habíamos podido leer en la prensa local, constatando su calidad como escritor. Pensando que era prosa el contenido del libro, fue solicitado, y al recibirlo nos encontramos con que se trataba de un poemario.

Aunque no todos los lectores de este club son aficionados a la poesía, todos han leído el libro. Y en ese sentido, ha sido un feliz despiste el que nos ha hecho derivar en un territorio extraño como es la poesía. Extraño, porque, como dijo el poeta Gamoneda aquella misma noche "la poesía no es nunca ficción", mientras que la literatura lo es siempre.

Por su inquebrantable resistencia a ser definida, la poesía no es fácil y es al mismo tiempo el territorio de lo abstracto, de lo no narrativo, de lo que se dice sin decir y sobre lo que no se menciona apenas nada, sino que se denota, se connota. Vive entre líneas. Y la forma en que se encarna es parte de su ser más íntimo.

Nos hemos reencontrado en esta obra con una poesía moderna, de verbo contenido, forma depurada, silente; alejada de los canónes con los que la mayoría de nosotros crecimos. No leímos sonetos, ni romances, ni endecasílabos con rima consonante. Los valores tradicionales de la poesía ya han sido desprendidos de la misma, como en la imagen que nuestro compañero citó, la de la descripción de la poesía como aquello que queda cuando quitas todo eso que parece constituirla.

La poesía es minoritaria, qué duda cabe. Los golpes bajos recibidos durante muchos malos tiempos para la lírica, la han relegado a una reserva. Pero aún vive y palpita allí; y en San Roque tenemos el privilegio de poder acceder a ella a través de los mismos poetas invitados al Aula de Literatura José Cadalso. Y me refería antes a Antonio Gamoneda, quien aquella misma noche, ofreció un recital al que asistimos los miembros del Club de Lectura tras la reunión. Por este Aula han pasado más de un centenar de poetas y algunos prosistas a lo largo de muchos años. Gracias a ella, tuve el placer de conocer a Andrés Sánchez Robayna, el poeta canario cuya poesía tanto me ha acompañado, y con quien compartí una inolvidable visita a Gibraltar. Tampoco dejaré de recordar la presencia de arcángel de Leopoldo de Luis, cuyos versos me inmovilizaron en mi asiento; Antonio Cabrera, con sus milagrosas revelaciones del mundo en la conciencia; la delicada Chantal Maillard, que más que leer sus versos parecía estar escribiéndolos en el mismo instante en que llegaban a mis oídos (una de las poetisas que mejor han recitado su obra, en mi humilde opinión); el simpático y muy didáctico Lorenzo Silva; mi amigo y paisano David Mena, cuya juventud no logra disimular su gran talento; y tantos otros.

No recuerdo cuándo se puso en marcha el Aula, pero sí que fué hace bastantes años. Son ya 135 los cuadernillos de edición limitada que componen la coqueta colección, cuidada con esmero, e ilustrada, por el promotor y responsable de este acontecimiento, Juan Gómez Macías. Yo también tuve el placer de ilustrar tres portadas, incluso participé como "poeta" en dos recitales colectivos, uno sobre autores comarcales, y otro, nacido de un taller de poesía que impartió para un grupo de aficionados la poetisa Dolors Alberola.

Este viernes de enero, día de la reunión, quedará como el día en que la poesía, como la paloma de Alberti, vino hasta hasta nosotros por un equívoco; luego nosotros fuímos hacia ella. Quizás sea el comienzo de una hermosa amsitad.