martes, 17 de marzo de 2009

DESENCANTO TRAS EL VANO AYER.



Con esta entrada, inauguro una pequeña "novedad" en este blog, y es que me permitiré la pequeña licencia de comentar algunas de las lecturas que he realizado por mi cuenta, un poco al margen del Club de Lectura de San Roque, aunque en muchos casos sugeridas por las realizadas en el seno del Club.

Tras la lectura de El vano ayer, de Isaac Rosa, que me convenció plenamente por la capacidad de tratamiento de una tema trillado con unas formas y una estructura que renovaban y ampliaban en su sentido más amplio, me decidí por iniciar la lectura de la última novela de Rosa, que habíamos recibido en la biblioteca recientemente. El país del miedo - me informa la sinopsis de la contraportada- trata de nuestros miedos cotidianos y ancestrales en un mundo actual que se presenta al protagonista como un cúmulo de amenzas, y ante el que reacciona sometido a sus propios miedos, con consecuencias poco estimulantes.

En principio me situé ante la novela como una indagación en la conciencia de un ciudadano actual de nuestro país, centrada en la miedos que alimentamos merced al bombardeo de trágicas noticias y negros sucesos que se reiteran en los medios informativos. Sin embargo, esperaba algo que continuara la experimentación valerosa del autor en cuanto a modos de narración. Lo que me he encontrado es una novela con una narración en tercera persona, con una estructura de argumento-nudo-desenlace, que se perfilaba en un modo tradicional. La escritura es buena, Isaac Rosa sabe escribir y maneja bien el lenguaje, las palabras. A pesar de ello, yo no acababa de ingresar con interés a la novela, que me empezaba a incomodar, pues devenía una novela bien educada en la que la lectura era un paseo a través de una buena escritura en la que todo lo que iba pasando era impertinentemente predecible. En un momento dado, tuve la certeza de que me encontraba ante un mecanismo bien trazado que me iba llevando por lugares comunes. Su buen pulso y su escritura más que correcta, no me bastaban, pues no lograba encontrar en el libro nada que no hubiera encontrado ya en otras novelas. Finalmente, cesé en la lectura, desencantado por un producto que parece escrito por sugerencia del editor más que por voluntad del autor, que se me antojaba un tanto constreñido por la necesidad de escribir una narración convencional con estilo convencional. Básicamente, mi mayor reparo a esta novela, que no he podido terminar, es que no la necesito, pues nada nuevo me dice, ni respecto a cómo lo cuenta, ni respecto a qué cuenta, siendo esto, para mí lo menos importante, pues todas las historias ya han sido contadas. Una novela necesaria pues, para el editor y para ciertos lectores, pero innecesaria a todas luces para una autor que ha demostrado ser capaz de ir mucho más lejos con sus libros anteriores.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena esta crítica, que demuestra, que no todos los escritores buenos, escriben obras excelentes y que algunas, bien merecen una crítica como ésta, será por eso quizás o porque mi espíritu critico va más allá, que en un gran número de casos los libros que leo, terminan defraudandome y los dejo, en su lugar, el estand dónde los ubicaron.
Valiente si señor. su parecer y su aptitud.

azarfram dijo...

Gracias por tu comentario. Y lo que son las cosas, ayer mismo leí en el periódico que le han concedido a Isaac Rosa el premio José Manuel Lara de novela por este libro. Vivir para ver.

Anónimo dijo...

Vivir para ver, tú lo has dicho...Habría que saber que tipo de jurado, andaba en medio. Pero ya se sabe, como dictaminan en éste país los premios literarios y a qué criterios responden...
Búscate un mecenas politicucho, escribe una cagada, bien escrita con acentos y de construcción simple las frases.
¿y el talento?...
está castigado tener talento.
Saluditos Fram.